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En la Casa de María


"Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
El les dijo: "Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco". Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato."

(San Marcos 6, 30-34)


Que lindo han de haber sido esos momentos de intimidad de los Apóstoles con el Señor. Momentos que seguramente serian pocos y muy esporádicos. Porque las personas seguían a Jesús atraídos por su persona, por sus palabras y por sus milagros. Y era tanta la gente que no tenían tiempo ni para comer. Así es la vida de los verdaderos apóstoles del Señor. Que aún teniendo derecho a su diario sustento y descanso, dejan para después a si mismos y se dan al pueblo con celo apostólico, buscando dar de comer primero a tantas almas que andan por el mundo como ovejas sin pastor. ¡Y cuantas hay!


Pero consideremos por un momento ahora las largas conversaciones y contemplaciones de Jesús con María durante la vida oculta del Señor. Allí no había quien los interrumpiera. En lo oculoa de la humilde casa de María nada impedía la dulce comunicación entre el Hijo y la Madre. Allí, en la intimidad y el calor del hogar, las palabras eran pocas y el amor era mucho. El silencio era oración y la oración era contemplación. Ella contemplaba a su Hijo, que crecía en gracia y estatura. Ella miraba al niño y era a Dios a quien veía. Y desde aquellos primeros balbuceos hasta aquellas reflexiones con color a Cielo, todo era Palabra de Dios. Porque todo era Cielo en la Casa de María. Su trajinar oía a Cielo. El olor de las comidas olía a Cielo. El rumor de sus conversaciones sonaba a Cielo. La luz de aquellas velas lucían a Gloria.


Cuando nos sintamos solos, como ovejas sin pastor, acudamos a la Iglesia, que allí está Jesús en el desierto del Sagrario. Allí está Jesús en el retiro de la Casa de María. Allí están los Apóstoles elegidos por el Señor para enseñarnos.


Allí está el Señor en el corazón de su Madre, rodeado del amor y los cariños de María. Retirémonos por un momento a la intimidad de la Sagrada Familia. Olvidémonos del mundo y sus ruidos y contémosle a Jesús de lo que hacemos y enseñamos, no solo de lo que necesitamos. Contemplémoslo con María en la alegría de aquellos encuentros y seamos Uno con Cristo. Sólo en la Casa de María encontramos al Señor. La Iglesia es la Casa de María porque es la Casa en que vive Dios.


- Claudio* -


Publicado originalmente en www.mariamadrededios.com.ar el Sábado, 18 de Julio de 2009 .

2 comentarios:

Sor.Cecilia Codina Masachs dijo...

Amigo claudio, tengo pendiente pasarme a la dirección que me dio. Hay en Valencia un virus gripal, con nauseas y mareos, y me toco en suerte, más no quería ahora dejarle sin mis noticias,
Me gusta lo que ha escrito:
. La Iglesia es la Casa de María porque es la Casa en que vive Dios.
Gracias, me alegrado el corazón.
Un abrazo En los corazones de Je´su y Maria.
Sor.Cecilia

Lumen dijo...

Rezaré por su salud estimada hermana Cecilia. Si lo desea puede escribirme a mi casilla: info@mariamadrededios.com.ar . Dios la bendiga y Santa Maria le sonria. Claudio*.