Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar.
De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban.
Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
(Hechos 2,1-4)
No hay Iglesia sin Eucaristía. No hay Iglesia sin Espíritu que la guie hacia la verdad completa. No hay Iglesia si sus miembros no están reunidos alrededor de Santa María. No hay opciones respecto a lo que Dios ha querido para sus hijos. No podemos tomar unas verdades y abandonar otras. La Iglesia nació del costado abierto de Jesús. La Iglesia nació por su Encarnación, por su Vida, por su Pasión, por su Muerte, por su Resurrección. La Iglesia nació cuando el Espíritu Santo bañó con sus dones a los Apóstoles reunidos con María.
¡Espíritu Santo, Ven a darnos tu Luz! Aquí estamos tus hijos. Aquí estamos los miembros de Cristo. Esta es la Iglesia querida por el Padre desde todos los siglos. Esta es la Iglesia que Cristo fundó sobre la roca de Pedro y a quién encargó apacentar a sus ovejas. Esta es tu Iglesia, la que tu guias y alimentas, renuevas y conduces. Esta es la Iglesia de María, tu Esposa, nuestra Madre. Danos tus dones y haznos perseverantes en la Fe, alegres en la Esperanza y generosos en la Caridad. Danos la Unidad que quiere Jesús. Haz volver a tu Iglesia a quienes se fueron o aún no te conocen. Fortalece al Papa, a nuestros Obispos y Sacerdotes. Danos Santos Sacerdotes y Laicos. Protege a las familias y renueva nuestra Iglesia con el esplendor y la fuerza de un Nuevo Pentecostés.
¡Ven Espíritu Santo! ¡Maranatha!
- Claudio* -