“Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación”
(San Lucas 21,26-27)
En este domingo comenzamos el Tiempo de Adviento. Caminaremos por poco mas de un mes junto a Maria rumbo a Belén para recibir al Niño Dios que viene a nuestro encuentro a través de Ella.
Y la Iglesia comienza a prepararnos recordándonos que esta tierra está destinada sólo a ser un paso en nuestra vidas. Y que lo importante es saber que todos los acontecimientos que ocurren son un preludio para aquel otro gran acontecimiento que será la segunda venida de Nuestro Señor. Que junto a su primera venida en brazos de Maria le ponen a la historia del hombre como un paréntesis dentro del cual somos salvados.
Cuando leo estas palabras del Señor en el Evangelio de Lucas donde nos previene de lo que habrá de pasar y nos pide ánimo pues lo veremos volver con Gloria, no puedo olvidar las palabras de San Juan en el Apocalipsis donde nos muestra que también veremos otro gran signo:
"Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza." (Apocalipsis 12,1)
Maria es el fiel reflejo de la Victoria que trae el Señor. Ella también nos abraza desde la Anunciación hasta el final de los tiempos, acompañándonos en nuestra vida y tratando de que seamos formados a Imagen de su Hijo Jesús. Y asi, cuando llegue aquel dia no temeremos.
Caminemos con Maria toda nuestra vida. Como un gran Adviento en camino a Aquel que nos dio la vida y nos salvó. Solo de la mano de María y de la Iglesia no perderemos la huella. Solo de la mano de María nos encontraremos con Jesús. Solo de la mano de María seremos capaces de mantenernos firmes al pie de nuestras cruces cotidianas. Solo de la mano de María nos re-encontraremos con Jesús Resucitado y entraremos en la Casa del Padre Celestial.
Cuando los cristianos se empezaron a alejar de María terminaron negando la Cruz del Señor y se dividieron y desvivieron por “properar” …
Prosperemos, como María y José, en el conocimiento de Dios, en llevarlo a vivir a nuestra casa, a nuestra alma. Prosperemos en amor a Dios, en amor a Cristo en la Eucaristía, en amor a la Iglesia y los hermanos que son el Cuerpo Místico de Jesús. Prosperemos en Santidad y ese tesoro jamás nos será quitado.
Que Santa María, la Madre del Camino sea nuestra perpetua compañera. Que Dios los bendiga y Santa María les sonría.
- Claudio* -
Publicado originalmente el sábado 28 de noviembre de 2009 en
http://www.mariamadrededios.com.ar
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